Nos muestra el lado más compulsivo, el yo más alterado por el olfato de una ganga. Pero, ¿Qué es lo

En cuestión de compras, los de marketing saben perfectamente que el orden en el que vemos el precio y el producto alteran el factor. Cuando lo primero que vemos es un producto que nos gusta, se activa el núcleo accumbens de nuestro cerebro, que es el que nos dice si esto nos gusta o no. Sin embargo, cuando lo primero que contemplamos es el precio, se despierta la corteza prefrontal medial, que es la que se encarga de analizar si vale la pena o no, o si es una buena oportunidad. Esta última está relacionada con la satisfacción de haber ganado, que difumina si realmente el producto nos gusta para adquirirlo.
En otras palabras, aunque la impulsividad de compra depende enteramente de la personalidad de la persona, el mensaje del marketing que destaca los carteles con las ofertas nos llega a todos por igual, y nos hace tender a llevar a cabo la compra o no hacerlo.
Las recomendaciones para evitar ser víctima de compras que no necesitamos son las siguientes: en primer lugar, salir a comprar con un presupuesto concreto y evitar a toda costa sobrepasarlo. De este modo minimizaremos el impulso e iremos a comprar lo que realmente nos interesa. En segundo lugar, evitar ir de compras cuando tengamos un mal día, ya que nuestros mecanismos de compensación nos harán comprar más para sentirnos mejor. Finalmente, hay que recordar que la satisfacción no solamente se produce con el placer de haber logrado un buen precio, sino también en haber adquirido las cosas adecuadamente a medio y largo plazo.
Fuente:
https://elpais.com/elpais/2017/07/02/laboratorio_de_felicidad/1499027727_880145.html